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Vinicius vale una Copa

Roter.Teufel

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Vinicius vale una Copa

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El Real Madrid, con el brasileño imparable y Rodrygo de goleador, logra su vigésimo trofeo frente a un Osasuna firme y resistente hasta el final

Con los truenos de Vinicius y Rodrygo como chacal, el Real Madrid se coronó por vigésima vez como campeón de Copa. Por el camino se quedó el meritorio Osasuna, bravo y crudo hasta el final. Cualquiera se hubiera rendido ante todo un Madrid lanzado por un Vinicius imparable. Pero con un voluntarismo conmovedor aguantaron los rojillos, firmes toda la final. Mucho empeño, pero mucho Vinicius. Irresistible para el conjunto pamplonica, que terminó a hombros de su hinchada, con las piernas acalambradas y el corazón chupado. Insuficiente ante la realeza blanca, que se maneja como pocas en las finales, por más que las de Copa no hayan sido, por lo general, lo mejor de su infinito repertorio. Veinte ganadas y veinte perdidas. Pero a Ancelotti no le va dejar ni las migas. Él dirigió la victoriosa Copa de 2014, la penúltima final madridista.

En La Cartuja un partido prevaleció por encima del general: aquel en el que Vinicius abrumó a Moncayola. El abuso comenzó casi en el calentamiento, pues un minuto y 52 segundos tardó el brasileño en dejar sonado al navarro, un buen volante reconvertido a lateral ortopédico por las lesiones de Nacho Vidal. Jagoba Arrasate decretó doble prisión para Vinicius con los brigadas Moncayola y Rubén Peña. En vano. Aún no tenía cháchara el encuentro cuando este extremo brasileño con piernas jamaicanas y pulgas en la cintura hizo derrapar a sus dos alguaciles. Rodrygo culminó la obra de su camarada. Osasuna ante una proeza espacial, con gol a cuestas en un parpadeo y Vinicius desatado. ¡Consternaba el suplicio de Moncayola! El carioca le sacaba la cadena con sus pedaladas, le retaba con éxito en corto y en largo... A los veinte minutos ya cargaba con una tarjeta.

El Madrid, con Vinicius de abanderado, jugaba con soltura, con Alaba como canalizador desde la retaguardia, con el telescopio de Kroos. El cuadro navarro, siempre de suela desgastada, no daba con el tratamiento de choque para Vinicius, pero, al menos, lograba colgar y colgar pelotas en el área, donde Budimir y Torró cazaron un par de cabezazos. Los primeros avisos para Courtois.

En el lado contrario, Vinicius, por supuesto, volvió a espantar a Moncayola, se citó con Rodrygo y éste se afilió con Benzema, cuyo disparo desvió Herrera.

Osasuna no tenía hilo con Abde, su Vinicius. Hasta que el rojillo huyó de Carvajal, que le tenía bajo arresto, cruzó de orilla y dejó por los suelos a Militão, aún con la caraja de las últimas semanas. La picadita de Abde ante Courtois la rebañó Carvajal bajo el larguero. Una onda para Osasuna. Y dos réplicas blancas. Alaba sacó astillas de la escuadra izquierda de la meta de Herrera con el lanzamiento de una falta. Y Vinicius, claro, tuvo el 2-0 con un remate combado que se le escapó por un dedo. Al descanso, Osasuna había cumplido con su papel de resistente. Un encomiable acto de fe. Un chupinazo estaba por llegar.

Más congelado el Madrid tras el intermedio, los muchachos de Arrasate no remitieron en el segundo acto. Abde y Peña daban más vuelo por las orillas, Moi Gómez ganaba en gobernanza y Torró cortaba los cables por el embudo. Y fue el propio Torró quien dejó planchado al Real con un zapatazo fusilero desde el balcón del área. Ni los kilométricos brazos de Courtois evitaron el empate. De repente, La Cartuja era la Estafeta, con el ropaje ambiental rojillo en combustión. Hasta Moncayola sentía alivio... Un rato solo. Porque Vinicius nunca se va. Justo cuando maniobraron los dos técnicos —Camavinga dejó el lateral para hacer de Tchouameni y el Chimy dio respiro a Budimir— se enchufó de nuevo Vinicius. Esprintó, escaló sobre la raya de portería y cuando la pelota rumiaba la línea metió la puntera a tiempo. Tras un disparo de Valverde el rebote le llegó a Rodrygo, que no se inmutó ante Sergio Herrera. Rodrygo, ese puntual goleador de noches sonadas.

Osasuna, otra vez a remolque, otra cordillera por delante y con el tiempo menguante. No le quedaba otra que la heroica de la debilidad. Como refrescos, Kike Barja y Rubén García. Y el aclamado Modric por su colega Kroos. Los primeros para dar vuelo a Osasuna. El croata para abrochar el partido, con los pulmones gigantes de Camavinga y Valverde. Y el duelo derivó hacia un cierre también marcado por Vinicius, al que se le quedó corta una asistencia a Benzema que parecía terminal. Vinicius para madrugar y Vinicius para el anochecer. Vinicius valió una Copa. Y las que le quedan. De momento, con premura, el Manchester City a la vista el próximo martes. Para el osasunismo, una noche inolvidable. Hay derrotas y derrotas. La de La Cartuja ni lo pareció.

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